LIBERTAD

Ya casi ni me acordaba
eso de arrastrar los pies por la cocina
sin el miedo clavado en la nariz
y la hostilidad respirando cerca.
Logré dormir por la noche
sin dejar un ojo abierto,
por si a algún perro se le ocurre venir a lamer su odio.
Pongo la pava sin súplicas
tomo mates hasta la acidez
y el hambre y el frío ya no se huelen en las paredes.
Es absurdo, un ritual estúpido,
esto de moverme por la casa
con tanta facilidad y con la cabeza en alto.
Va a pasar mucho tiempo
hasta que pueda recomponer al fin,
a aquél que alguna vez cerró
la puerta de la jaula y arrojó las llaves
a las fauces del resentimiento.

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