En el oeste, en el conurbano profundo se tejieron sueños de radio. El fútbol como motor de empuje y la felicidad de latir en un estudio, en un patio de juegos donde recuperar la magia perdida en la infancia, donde el juego siga siendo la esencia de todo lo importante que nos atraviesa, y donde principalmente poder encontrarnos con el otro y con nosotros mismos, hizo que naciera este viaje en compañía de afectos. Porque hacer radio es hacer algo para otro, que el corazón se arrastre en la voz hasta el micrófono y gane la libertad inmensa del éter hasta tantos lugares dónde ser bienvenidos. Porque sobran los motivos para no hacer nada de todo esto pero sin embargo hay uno solo, un único pretexto inequívoco que toma el control de cuanto hacemos en todas las vidas que empezamos una y otra vez que no es otra cosa que encontrarse en esa extraña y visceral sensación de felicidad, al sentirmos mas vivos que nunca.