ETERNIDAD DE PARQUE

Creeme, conozco ese silencio,
ya lo practiqué hace mucho
en esta eternidad de parque en la mano de mi abuelo.
Los árboles solian escoltar bancos de madera gastada
que se extendían sobre el camino sepultado
por el manto amarillo de los paraísos.
Allá, hacia el final del claro, una silueta.
Se recortaba sobre el fondo silvestre
acaso una silla, y sobre ella
un hombre de otra era con brazos cruzados mirando en la dirección equivocada.
"Ese hombre es un poeta,
ellos siempre miran para otro lado",
me dijo el abuelo.
Ahora,
podés ver a aquél hombre? Lo ves realmente?
Pues ese hombre soy yo,
y fueron y serán todos los yo del universo
fijos en una sucesión
que nunca alcanza el fin.
Pues en todos los tiempos entrelazados será un loco solitario
que intenta plantar palabras
en este mundo que se apaga en blanco.

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