UNA NOCHE Y PARA SIEMPRRE
Te conocí una noche que aún no terminó. No sé si fue tu sonrisa o esa rara capacidad de sonreír con la mirada pero quise quedarme ahí, abrigado en tu piel. Hablamos de pavadas estudiándonos los gestos y sin saberlo nos reconocimos. A partir de ahí construimos un universo chiquito, imperfecto y cálido. Esa noche, que todavía no duerme la siesta, nos dio dos hijos perfectos llenos de amor, lo mejor de nuestro universo a pequeña escala. Y acá, a tu lado, me quedé y habito, a cumplir mis sueños y a arrebatarle un manojo de felicidad a esta vida caprichosa.
Comentarios
Publicar un comentario