VALENTINO
Te miro
jugar con autitos,
creando mundos en voz baja
y los deditos,
rapidos de reflejos,
desatan la imaginación
que ya no siento.
Sonreís,
aplaudís eufórico
la exploración entre tu cuerpito
y los juguetes mansos
va llegando la noche
y seguís creando en susurros
hasta que detecto tu mirada de costadito
y me doy cuenta que todo
es una farsa, una torpe
(pero ingeniosa) puesta en escena
para no bañarte
y así ceder al final del juego.
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